martes, 22 de julio de 2008

Unidos por Magaly

Dicen que los verdaderos amigos aparecen cuando uno está de malas. Cuando la incertidumbre apremia, y hasta forzar una sonrisa se hace difícil. Cuando se ha tocado fondo se aprecian a las personas que en realidad te quieren. La solidaridad, entonces, aparece. Para ser solidario no es necesario escuchar un llamado de auxilio. Es un sentimiento que va más allá. Una iniciativa, el poder de la empatía. ¿Todos gozan de esa solidaridad? Claro que no. Hay que merecerla. Hay que ser una buena persona para despertar aquello en la gente. Magaly Silva Cordero está atravesando por momentos difíciles, y un grupo de cocineros ha decidido no dejarla en abandono. Ha decidido ofrecerle una mano. Hacerla sentir que no está sola.

No interesa de quién nació el punto de partida para la noble causa, no interesa quienes contribuyeron económicamente. Las buenas acciones, lo dice la Biblia, son las anónimas. Uno no da para que lo aplaudan o le agradezcan. Uno da porque le nace del corazón. Y los que tenemos fe confiamos en que serán recompensados por el famoso “ciento por uno”. Lo cierto es que el desenlace fue un almuerzo de gala en honor a esta mujer que hace del tamal un arte, realizado en el local del IPG en Chorrillos. Se aprovechó para rendirle un homenaje a Magaly, calificada por los que la conocen como una tamalera desprendida y hermosa. Capaz de sucumbir ante su don de gente para realizar fiados en clientes que a veces le pagan mal.

El IPG entero se preparó para esta fiesta. Participaron nuestros queridos chefs Flavio Solórzano, Carla Gonzáles, Alexander Orozco y César Álvarez, así como nuestro eficiente jefe de almacén Víctor Santa María. Junto a ellos, todos nuestros alumnos pusieron su granito de arena para realizar las comidas y bebidas que deleitaron a los invitados. Los alumnos además, se encargaron de atender a la gente. Algunos ubicados en la puerta de ingreso al local para dar la bienvenida, otros acomodando a los que iban llegando, un grupo vendiendo los tamales que trajo Magaly, y todos con el instinto de solidaridad a flor de piel.

En todo momento se le vio feliz a Magaly, quien llegó a la cita de la mano de su máximo logro, la tiernísima y bella Génesis, su única hija. Antes de la ceremonia hablaron en nombre de todo el IPG nuestros directores Arnaldo Rénique y Andrés Ugaz. Luego le llegó el turno a Magaly quien no dudó en agradecer lo que se estaba haciendo por ella. Al final de la jornada, se le entregó a manera de reconocimiento, nuestro mandil con el logo del IPG, el mismo que visten nuestros alumnos y docentes, y que envuelve nuestro máximo orgullo y cariño.


El almuerzo nos sirvió a la gente del IPG para conocer a Magaly. De ella sabíamos sobre todo gracias a los libros a propósito del tamal peruano realizados por Humberto Rodríguez Pastor, quien la describe con ternura y cariño. Ahí aprendimos a respetarla y a catalogarla como una magnífica mujer. Ya en persona, cada uno de sus gestos de agradecimiento, su sonrisa sincera y la magia y encanto de su fruto más auténtico, su hijita Génesis, no hicieron más que corroborar cada una de las palabras que le dedicó el antropólogo.

La lucha de Magaly continúa. Hay problemas que no se solucionan tan rápido. Por lo menos le queda la certeza de que algún sábado de julio, en un local de Chorrillos, un gran grupo de gente relacionada con lo suyo, que es la cocina, se juntó para brindarle en silencio vibras positivas. Y que la trataron como se le trata a los verdaderos amigos. Definitivamente, ella lo tenía merecido.



Tenemos la seguridad de que la lucha terminará en triunfo, Magaly. ¡Estamos contigo!








martes, 15 de julio de 2008

Para no olvidar

En el IPG buscamos que nuestros alumnos destaquen por su especialización en cocina peruana. Consideramos que aquello es un plus que les dará las armas suficientes para hacerse un camino. En cocina, como toda carrera, se requiere una dosis de cultura. ¿Cómo jactarnos de alumnos destacados en cocina peruana si no están enterados de lo que ocurre en su país? ¿Cómo pedirles autenticidad en la elaboración de un plato típico si es que no conocen mucho de su historia? Es por esa razón que realizamos actividades extracurriculares con nuestros alumnos, con el fin de que se empapen un poco más sobre lo que pasa o pasó en su país. Un ejemplo de ello es lo que presentamos a continuación, una galería de fotos de lo que fue la visita al museo de la Comisión de la Verdad.

Particularmente esta salida trajo consigo el afloramiento de mucha sensibilidad en la mayoría de los muchachos. Reconocer directamente en imágenes y audios la tragedia que envolvió a gran parte del país en las décadas pasadas, es algo muy fuerte. Pudimos observar rostros acongojados y mucha impotencia ante la cruda realidad. Siempre es bueno mirar hacia atrás para plasmar optimismo en la actualidad. Dicen que todo tiempo pasado es mejor, para los protagonistas del museo de la comisión de la verdad, sin duda que no.



lunes, 7 de julio de 2008

Una visita ilustre en el IPG

La encantadora Isabel Álvarez visitó el IPG y trasladó optimismo, fuerza, y un orgullo profundo hacia la cocina peruana en todos nuestros alumnos. La ilustre visitante nos deleitó con una charla impresionante, por la que ahondó temas como la validez de las cocinas regionales y la importancia de conocer el país, dejando un clarísimo mensaje: hay que perder el complejo. Hay que estar orgullosos de lo que tenemos, porque lo que tenemos es mucho.

Isabel Álvarez es una socióloga y comunicadora social que encontró en la cocina la mejor excusa para dar a conocer al mundo entero las bondades del Perú. “Ese Perú bendito”, como lo denomina cariñosa. Es imposible escucharla y no creerle. Es imposible observarla, con el semblante de mujer segura y convencida de lo que predica, y no contagiarse de su ímpetu, de su jovialidad, de su seguridad. Es imposible que alguien que estuvo presente en la charla que nos brindó el último sábado no haya salido tocado, ni persuadido, por fin, de que la cocina del Perú es maravillosa, y que está en nosotros, los peruanos, la posibilidad de mostrarla al mundo al nivel de su grandeza.


Con la postura que le brinda el hecho de ser una enciclopedia en lo que a gastronomía se refiere, Isabel Álvarez contó que por sus raíces (su madre es de Apurimac) siempre le cautivó la sierra, y que viajando en distintos trabajos sociólogos se enamoró del Perú. Y que supo recoger, empapándose directamente con la cultura, distintas tradiciones y ritos de nuestra patria profunda. Un cocinero peruano en la actualidad no debe estacionarse en su zona. Debe viajar. Debe adquirir distintos sabores. Si Isabel Álvarez comenta, por ejemplo, sobre el frío de Puno, no es porque lo aprendió en los libros. Es porque estuvo ahí mucho tiempo. Trabajó con su gente. Sufrió la dureza de ese clima y le sacó provecho, trasladando luego en su restaurante, “El señorío de Sulco”, los sabores que pudo hallar en carne propia.

El discurso de Isabel sirvió para “recargar las pilas” en los alumnos. Mencionó, por ejemplo, que estudiar cocina peruana es un plus. Que no comparte la ideología de otras escuelas de “alcurnia” que dan prioridad a la cocina internacional. Que censura a los chef que se jactan de ser importantes con la reconocida “cocina fusión”, pues al hacerlo, menosprecian nuestros insumos y sabores. Indicó además, que el futuro tiene en los cocineros una amplia gama laboral. “No sólo pueden trabajar en restaurantes, pueden trabajar en empresas que están invirtiendo en la gastronomía del Perú”, dijo Isabel.



También repartió anécdotas. Contó que en un evento reciente en Barcelona, al que asistió con su hijo, el reconocido chef Flavio Solórzano, docente del IPG, los españoles se quedaron maravillados con la preparación de un seco norteño, plato típico de nuestra gastronomía que no requiere de mucha dificultad. También mencionó que hace poco estuvo reunida con una pareja de extranjeros aficionados a la cocina y viajeros incansables. Ella les hizo probar una causa hecha en su restaurante. El hombre la devoró con placer, pero la mujer se detuvo unos segundos a disfrutarla y contemplarla. Al final le dijo que en todos sus viajes por el mundo jamás había sentido un sabor tan rico y tan sano. Milagros de nuestra culinaria…

Los alumnos la escuchaban maravillados. Le oyeron decir que la malla curricular del IPG es un orgullo, “hay que sacarle provecho”. Una malla curricular que en palabras de Isabel, no la tiene ninguna escuela de Sudamérica, y que es menester del Centro de Investigación de Cocinas Regionales (CECOMER), entidad de la que forma parte, presentarla al ministerio de educación para que sea “la malla curricular”, el ejemplo a seguir. Luego, cuando llegó la ronda de preguntas, los alumnos demostraron estar a la altura. Ya contagiados del espíritu de su exponente, realizaron las interrogantes con un nivel de crítica que Isabel no dudó en destacar. “Están mejor que muchos de mis alumnos de tercer año en otra escuela”, dijo, desatando la euforia interna repleta de orgullo en los alumnos y en todos los que conformamos el IPG.

Próximos a cumplir cuatro meses, en el IPG hemos tenido el honor de recibir las visitas de muchos personajes reconocidos de la gastronomía. Chefs excelentes que plasmaron todo su talento a favor de nuestros alumnos, diversos programas televisivos, artistas, periodistas, etc. Pero la llegada de Isabel Álvarez a nuestro local fue el broche de oro perfecto. Para ponerle un marco. Otro será el ánimo de nuestros alumnos a partir de Isabel. Otra será la motivación para los trabajadores que la escuchamos. No como para decir “tarea cumplida”, pero sí para alegrarnos con el hecho de que estamos en camino. Para finalizar quisiera desligarme de mi “pluma periodista” y hablar como un simple oyente, como cualquier alumno. Y decirle a Isabel que ya la admiraba por todo lo que me trasladó sobre ella Andrés Ugaz, uno de sus “alumnos”. Pero que escucharla fue un placer, y me sirvió para ratificar y aumentar la admiración.

Y volviendo a la voz de los “ipegianos”, sólo decirle que acá en la avenida Alejandro Iglesias en Chorrillos, la queremos mucho. Y que estamos deseosos de compartir con ella nuestros logros en el futuro. Porque gran parte de la esencia del IPG, es la esencia de Isabel Álvarez.

jueves, 3 de julio de 2008

Apoyemos a Magaly

No hay ritual más especial para compartir en familia que un desayuno de domingo. Cuando la hora de despertar es un poco más misericordiosa que lo habitual, y el aroma a café con leche y pan caliente nos invita a la conversación prolongada. Infaltable en esa liturgias un buen tamal. Aquel mágico producto que deshace las glándulas salivales de los comensales con su fina textura y su cautivante sabor. A finales del año pasado, el antropólogo Humberto Rodríguez Pastor publicó un libro denominado “La vida en el entorno del tamal peruano”, con el que pone el punto final a una trilogía dedicada al producto en mención. En él hace un recorrido por todo lo que envuelve al tamal. Su historia, sus formas, su preparación. Y al mismo tiempo reseña la vida de las personas que lo hacen posible: las famosas tamaleras.

Una de ellas es Magaly Silva Cordero, tamalera de siempre, de pura cepa, que le ha dedicado su vida a la devoción del bocadillo preferido por la mayoría de peruanos. Magaly actualmente está atravesando una dura prueba, y un gran número de cocineros y gente relacionada con la gastronomía se han solidarizado con ella. APEGA, CENFOTUR, la Universidad de San Martín de Porres, etc. El IPG se ha sumado a esa noble causa, y el resultado es un almuerzo benéfico a realizarse en nuestro local el sábado 12 de julio.

Para conocer un poco más a Magaly vale esta cita a un fragmento de uno de los libros de Humberto Rodríguez Pastor: “Magaly es impresionantemente inteligente, conversadora elocuente e interminable, aunque a veces concede y escucha a su interlocutor. Aprendió mucho de la vida, no tanto por los libros, de los que no está tan apegada, sino de la calle. Allí supo que hay personas buenas y malas, ella siempre prefirió y sólo se acerca a las primeras. Tiene una inmensa generosidad y un humanismo que a veces no compagina con el negocio, nuestra observación es que resulta altamente ingenua al seguir dando a veces crédito o haciendo rebajas que perjudican su bolsillo. Pero no puede dejar de ser lo que es, una tamalera hermosa y generosa”.

Apoyemos a Magaly. Pilar y gran colaboradora en la existencia del tamal. Acaso la artífice directa de nuestros desayunos familiares los domingos.

miércoles, 2 de julio de 2008

El turismo también es lo nuestro

El turismo y la gastronomía deben formar un binomio que colabore en el desarrollo del país. Es una afirmación que defenderemos en el IPG hasta siempre. Ya hemos hablado en este blog de la importancia de la creación de rutas gastronómicas, por ejemplo. Lo que toca comentar en esta oportunidad es la visita a nuestro local de estudiantes del Diplomado en Innovación y Turismo de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, que llegaron al IPG a recibir una exposición a propósito de las rutas gastronómicas y las cocinas regionales, a cargo de Andrés Ugaz, y para complementar la visita, una clase modelo en la que tuvieron la oportunidad de preparar los platos “bandera” del IPG, la causa y el lomo saltado.

Se concentra en este tipo de estudiantes parte del futuro del turismo en el Perú. Y adentrarlos en las bondades que las rutas gastronómicas traerían consigo en pos del desarrollo de sectores olvidados del país, era una tarea imprescindible. Se llevaron a sus casas una grata impresión, algún truco gastronómico para impresionar a sus visitas, y sin lugar a dudas, más de un proyecto en la cabeza. Por el bien del Perú, que se hagan realidad es nuestro deseo.










Artistas con sabor

En el IPG consideramos a la cocina como una vocación artística. Los cocineros son para nosotros tan valiosos como un pintor o un escultor. Por eso estamos abiertos a todo lo que genere esa sensibilidad que necesita todo artista. Esa pizca de inspiración que brota en la preparación de un plato, una foto, una pintura, un texto. Hace unos días recibimos la visita de un grupo de pintores y escultores norteamericanos a nuestro local en Chorrillos. Llegaron con una traductora y una sed gigante por descubrir un poco del encanto de la comida peruana. El Director Gastronómico de la escuela, Andrés Ugaz, junto a nuestro sub Director César Álvarez, ofrecieron la ya clásica “clase modelo” a los ilustres visitantes.

La jornada constó de una demostración de los dos chefs, quienes prepararon, con todas las indicaciones del caso, nuestros platos representativos, la causa criolla y el lomo saltado, además de un sabrosísimo cebiche (platillo imprescindible si se quiere impresionar a un extranjero). Luego los artistas pasaron a preparar sus propios platos, plasmando lo aprendido. En todo momento se mostraron atentos y prestos a probar los insumos que contenían los platos mencionados. Elegantes causas, finos cebiches y bondadosos lomos saltados se llevaron como recuerdo de si visita al Perú.

En la cocina hay arte. Qué duda cabe. Y toda corriente artística es una fuente de inspiración hacia otra. Tal vez los norteamericanos que visitaron el IPG trasladarán en algún trabajo un poco de lo que aprendieron. Aunque lo hagan a kilómetros y kilómetros de distancia de Chorrillos.




martes, 1 de julio de 2008

Otra grata visita

Continuando con las actividades extra curriculares hacia nuestros alumnos, recibimos la grata visita de otra chef, la encantadora Elena Gustavson. Llegó, como de costumbre, a realizarles una clase expositora a nuestros alumnos. Elena actualmente es chef docente del Insituto San Ignacio de Loyola, pero se dio un tiempo para pasar un sábado junto a nuestros alumnos. Las impresiones fueron muy gratas. En todo momento la chef se mostró abierta a la participación de los alumnos. Les hacía preguntas que ellos respondían manifestando los frutos de sus estudios. Y con paciencia casi maternal, se dedicó a ofrecerles los tips necesarios para la elaboración de una ensalada de chonta como entrada, como segundo un ají de langostinos que hizo agua a la boca (teniendo en cuenta el horario, una y media de la tarde), y como postre, una leche asada de primera.

Elena repartió consejos que los estudiantes supieron captar. Datos como el tiempo de cocción en la cebolla o el ajo, cuya elaboración depende de toda una liturgia; mantener como decoración la cola del langostino; utilizar un recipiente especial para la leche asada, y siempre, siempre, papel de aluminio. Lo rescatable en esta oportunidad fue la proyección de los alumnos. a diferencia de las primeras exposiciones de chef a las que se enfrentaron, esta vez sus aportes fueron más valiosos. Supieron responder las interrogantes y le permitieron a Elena “saltearse” algunos pasos para ir directo al grano.

Desde nuestra “bitácora”, agradecemos la presencia de Elena Gustavson en el IPG. Otro gran aporte al crecimiento de nuestros alumnos, que es lo que más nos interesa.

Volver al nido

No hay época más entrañable que la del colegio. El momento en que fuimos pequeños seres humanos cuya única responsabilidad era escuchar a un profesor algunas horas para después dedicarse a compartir con los amigos. Un poco de estudio, mucho de compañerismo. Crecimiento guiado. Pase lo que pase, a la larga, para todas las personas el recuerdo del colegio siempre es grato. Muchísimas anécdotas, algún compañero trascendente, un profesor inspirador. Tal vez un reconocimiento. Cuando ya somos ex alumnos regresar al colegio es maravilloso. Te vuelven a sonreír los trabajadores de siempre, los aromas a juventud atraviesan la memoria. Aparecen los deseos de compartir con quién sea, el clásico “acá era mi salón”, o tal vez con arrogancia, “tantos goles míos vio este patio”. ¿Pero volver a tu colegio a ser homenajeado? Eso sólo les pasa a algunos.


Andrés Ugaz regresó a su colegio. El San Andrés del centro de Lima. Un centro de estudios por donde nuestro actual Director Gastronómico empezó a forjar la personalidad y sensibilidad que le permite ser hoy, con orgullo, un cocinero. El colegio San Andrés decidió invitarlo como parte de su aniversario número 91, destacando su triunfo con el libro “Panes del Perú: el encuentro entre el maíz y el trigo”, reconocido como el mejor del mundo. Y Andrés, plagado de orgullo y agradecimiento, asistió a la cita.

Ojo que el San Andrés no es cualquier colegio. No es una escuela nueva o que cuente con pocos ex alumnos. El San Andrés fue fundado en 1917, y cuenta con “egresados” desde 1930. Andrés acudió en nombre de su promoción, la del año 92. No todas las promociones cuentan con el privilegio de ser homenajeadas, así que el mérito indudable. Luego de recorrer con añoranza los pasillos de su escuela, y de observar en el mural de noticias trascendentes todo un espacio dedicado a su libro (con recortes de todos los artículos que le dieron cabida en los medios), Andrés fue invitado al auditorio del colegio, y frente a un público compuesto por pequeños alumnos, empezó a compartir sus vivencias. En todo momento manifestó su orgullo por haber pasado por las mismas aulas que sus interlocutores, y un rotundo agradecimiento a toda la familia “san andresina”.

El San Andrés es un colegio con raíces escocesas. Conserva las costumbres británicas, e incluye, a manera de distintos “clanes” una separación de los alumnos según su “house”. Una vez ingresado al colegio, el alumno es acomodado en un house que no abandonará jamás. Incluso si sus descendientes estudian en el San Andrés, estarán colocados en ese “house”. Hay varios “houses” en la escuela. Cada uno tiene su bandera y su emblema. El momento más emocionante de la ceremonia llegó cuando a Andrés le entregaron la camiseta de su “house”. La gloriosa camisa roja del House Stuart. La misma que defendió con ahínco, y la que alguna vez supo capitanear.

Al final de la ceremonia, le ofrecieron una torta y compartió el clásico soplido de velas con todos los estudiantes. Muchos profesores lo recordaron como un alumno inquieto pero noble, y en sus miradas ya marcadas por el paso del tiempo, trasladaron ese orgullo casi paternal que sólo los verdaderos profesores pueden producir.


Entre todos los reconocimientos que ha recibido por su triunfo, entre todas las entrevistas a los diarios, entre todas las felicitaciones de “gente importante”, esta visita a su colegio fue la mejor para Andrés Ugaz. No es para menos. La relación de un estudiante con su colegio está repleta de amor. Dicen que el primer amor nunca se olvida, pero qué bonito es comprobar que te recuerdan.