viernes, 20 de febrero de 2009

Repercusiones del taller a SNV

El taller destinado a la gente del SNV ha traído felices consecuencias. Tanto los participantes como los docentes han manifestado mutua satisfación, y hay consenso en afirmar que nuestra cocina, la cocina del Perú, es un gran motivo de orgullo. Muestra de ello es el siguiente artículo realizado por el alumno Jorge Luján López, una reflexión a propósito de todo lo que ha vivido y aprendido en el taller.

Textos como el de Jorge nos reconfortan, y son un ejemplo espectacular hacia lo que anhelamos de nuestros alumnos.
Felicitaciones y muchas gracias por compartirlo.

Aprendí a coger el cuchillo…a propósito del taller de cocina


Aprendí a coger el cuchillo, a acariciar el filo en cada corte. Estoy conociendo nuevos sabores, olores y esencias. Entre fogones y sartenes me percato que cada papa, tomate, cebolla y ajo, tienen un gusto único y juntos también recogen tradiciones para probar con el cucharón caliente. Cada insumo tiene su exacto momento, cada condimento su presencia gustosa. La cocina es un meneo, los aromas se degustan en el aire, y nosotros, los cocineros (sólo porque llevamos mandil, gorra y mucho orgullo en el blanco uniforme que se mancha con gusto) compartimos el arte de los alimentos y de vida. Porque en la cocina, el lugar siempre más ajetreado, caluroso, íntimo, democrático, nutricio, querido… también voy descubriendo personas, conociendo nuevos amigos: todos olfateando, degustando, compartiendo.

De la cocina también estoy aprendiendo que el olor del ajo en las manos me dura varios días para grabarse en mis recuerdos, y que mis manos siguen manchadas de sazonador así me lave miles de veces con jabón y detergente.

A través de la cocina voy conociendo de historia, mucho de antropología, sociología, psicología, agrados, aromas y hasta de matemáticas para las conversiones de medida. Aprendo a tener paciencia, aprendo a cooperar. Y del cucharón de palo a una probadita para tantear la sazón, soplando y soplando para que no queme la lengua, la memoria es un éxtasis en el deleite del paladar. Y es que la cocina hierve de humanidad.

Con la cocina estoy aprendiendo que la persona que cocina en mi casa me da de comer no sólo arroz, carne, frejoles o arvejitas; también me da de comer cultura y todo un universo de creación en un arroz con pato, en un juane, en una carapulcra o hasta en el más humilde y cómodo huevo frito manchando el arroz blanco con su yema muy amarilla. También me estoy dando cuenta que el cocinar no sólo es meter algunas cuantas cosas a la olla con sal y pimienta, porque es mentira, a la olla sobre todo se condimenta con mucho cariño, y si se quiere hasta ternura, sino nadie come. Ah, también estoy aprendiendo que la persona que cocina en casa también se debe cansar de tanto andar parada en la cocina. Pero es porque no existe indudable gusto sin trabajo.

Con la cocina peruana me estoy dando cuenta que puedo compartir el mismo deleite que un chino culie de mediados del siglo XIX con sus pocos ingredientes y bastante ingenio a través de un espectacular lomo saltado, que con las sobras que les dejaban a los esclavos africanos se pueden hacer auténticas delicias ante el hambre y mucha creatividad, y que también muchos de nuestros más caseros platos llegaron en carabelas cruzando mares y muchas estaciones, porque las verdaderas conquistas no se dan en ningún campo de batalla, eso es cuento de militares, se dan en la cocina. Y por supuesto, de la papa en la más simple técnica huatiada, como nutriéndome de la grandeza del imperio andino. Las frases largas son para no exagerar en mayores gustos, porque lo que se come siempre es pura verdad.

Con la cocina peruana estoy aprendiendo de identidad, dime qué comes y se te podrá decir quién eres, porque el sabor del alimento trae consigo todo un mundo en un bocado. Y es que la cocina no es sólo para llenar el estómago y mitigar el hambre, ese es sólo un pretexto para meter diente; el verdadero gesto de la cocina es el cariño que se prueba con todos los sentidos, como todo verdadero arte.

Taller a la gente del SNV

Como parte de la fraterna alianza entre el IPG y la gente del Servicio Holandés de Cooperación al Desarrollo (SNV), se viene efectuando en nuestro local un taller de cocina peruana destinado a los miembros de la mencionada institución. A cargo de nuestros docentes Gino Egúsquiza y Carla Gonzáles, el taller navega entre la preparación de platos de diversas partes del país y el conocimiento tanto de técnicas, historia y realidad de nuestros insumos.

Se ha podido apreciar mucho interés y compromiso. Un motivo más para estar orgullosos de nuestra cocina. Y para seguir creyendo en nuestro instituto.

A continuación, algunas imágenes que retratan lo vivido.