miércoles, 16 de abril de 2008

Conociendo a nuestros alumnos

Nuestros alumnos son la razón de ser del IPG. Todas nuestras energías están depositadas con miras a brindarles una educación buena en cocina, y un espacio en el que se sientan como en casa. El pasado 24 de marzo se inauguraron las clases, y cuatro semanas después, ya se viene formando la que será la primera promoción del IPG. La malla curricular ha ayudado a que los alumnos se empapen con cursos para todos los gustos. Están las clases teóricas, indispensables para el desarrollo de todo cocinero actualmente; las clases técnicas, donde los alumnos han podido elaborar sus primeros platos; y cursos que jamás pensaron hallar en la currícula, como el de Comunicación. Recién se inicia el camino, pero hasta el momento, todo es positivo.

El propósito de todas nuestras publicaciones virtuales es la retroalimentación con los alumnos. Que ellos noten que son los verdaderos protagonistas. Las líneas que siguen recogen algunos testimonios de nuestros primeros alumnos. Aquellos que abrieron con nosotros un camino que esperamos sea provechoso, tanto para ellos como futuros profesionales en cocina, como para nosotros como institución.


Felipe Carracedo (izquierda) fue uno de los primeros alumnos en llegar. Cuando no está en las clases se lo puede ver por los pasillos del instituto escuchando música con su Ipod. Está muy a gusto, y rescata el trato cordial que hay con todos, “incluso con el director”, afirma. Otro de los pioneros es Adesh Osorio (derecha), quien no duda en decir “me gusta mucho la enseñanza en el instituto, y el ambiente que se vive es muy bueno”.

Rodrigo Zambrano forma parte también del primer grupo de alumnos del IPG, y dice que las clases están bastante bien. “Curar ollas en el curso Cocina Peruana me pareció increíble”, dice. Sin restarle méritos a cursos como Antropología o Comunicación, del que señaló es “una de mis asignaturas favoritas”. Rodrigo comenta que decidió estudiar cocina por que vio en la elaboración de platos una magnífica oportunidad para plasmar su creatividad. “Aunque a veces es demasiada y malogro mis proyectos”. Rodrigo ya sabe que en el IPG le darán las pautas necesarias para que su creatividad no lo desborde, y para que sus proyectos culinarios sean productos, realidades.

A veces la carrera que uno elige es muy difícil de alcanzar. Entonces aparecen otras alternativas que tienen que suplir los estímulos de la elegida al inicio. Es el caso de Johan Waldir Bravo, que quería ser futbolista. En su familia todos son deportistas, y le inculcaron desde niño que el fútbol era lo mejor. Las oportunidades no llegaron y apareció la cocina casi como un “salvavidas”. “Veía a mi madre cocinar y me llamaba la atención, por eso decidí aprender a cocinar, ya que haciéndolo, puedo expresar mi arte”. A Johan le ha agradado mucho el ambiente de estudios del IPG. “Los profesores se comunican con los alumnos como si fueran sus amigos”. Como en el fútbol, en la cocina también es importante una buena relación con el “entrenador”.

Jhon Ramírez es un amante de la cocina peruana. Afirma que pesó en su decisión de escoger el IPG el hecho de que nos enfoquemos en la cocina del Perú. Ahora espera dar lo mejor “para así ser un gran cocinero y trascender con la comida peruana en todo el mundo”. Jhon comenta que cocinar es una de las actividades que más disfruta en la vida. “cuando estoy en la cocina parece que estuviera en el cielo”, dice sin exagerar. Le han gustado todas las clases. Obviamente disfruta más las prácticas, afirma que “fue lo mejor cuando hicimos las pastas de ají con la profesora Connie Sotero”, pero disfruta hasta las clases teóricas. “Con el profesor Tafur, por ejemplo, todos los días aprendemos algo nuevo”.

A Sofía Sánchez le encanta el curso de Técnicas Culinarias con el profesor Dieter Taurer. Dice que se siente cómoda en la cocina y que además, se leva muy bien con Víctor, el jefe de almacén del IPG, que colabora en ese curso. En cuanto al futuro, a primera impresión se ve fuera del Perú. “Quiero terminar la carrera para luego irme a Holanda, donde mi tío tiene un restaurante, y mi meta es trabajar ahí”. Sabemos que si continúa con el empeño mostrado, podrá conquistar los paladares holandeses con la sazón de nuestra culinaria.

Algunos alumnos han manifestado que su gusto por la cocina les viene inculcado por algunos parientes. Es el caso de Kary Marroquín, quien comenta que “todo empezó cuando ayudaba en cosas sencillas a mi mamá, por ejemplo, pelar alverjas o lavando lo que me decía”. Poco a poco fue prestándole más atención a las recetas y a los once años ya cocinaba sus primeros platos. “Hacía platos fáciles, como cau cau o estofado”. Kary cuenta que cuando estaba por cumplir 15 años pudo ingresar a un conocido restaurante a “practicar” durante sus vacaciones. “En ese corto tiempo conviví con muy buenos chef y vi cómo era el mundo de la cocina realmente. Ahí mi interés por la gastronomía creció mucho”. Esperamos que el IPG le sirva para confirmar su vocación, y que en el futuro la gente que “practique” con ella, también la quiera imitar.

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