martes, 8 de abril de 2008

Maestras artesanales de cocina

La gastronomía es un orgullo del Perú. Es quizás el único tema que nos permite discutir con aires de triunfo ante el mundo. Pero esto no ha ocurrido de la noche a la mañana ni por que uno o dos chef reconocidos le hayan puesto la puntería. La gastronomía en el Perú tiene historia. Y se ha hecho grande sobre todo gracias a gente sin rostro, a cocineros o cocineras que en el más puro anonimato han ido moldeando recetas y transformando sabores, trasladándolos, con el lenguaje oral como aliado, a distintas generaciones.


El IPG, instituto comprometido con la cocina peruana, en su lucha por darle validez a esa gente, ha creado el certificado de maestras artesanales de cocina, dirigido sobre todo a cocineras de comedores populares de Lima. La tónica será un taller que durará seis meses, y cuyo objetivo está en incrementar sus posibilidades en el mercado laboral, y sobre todo, reconocer su importancia como portadoras de conocimientos que han hecho de nuestra cocina una de las más grandes en el mundo.

El pasado jueves se realizó el primer taller piloto a cargo del chef Andrés Ugaz. En él las cocineras probaron las técnicas para la preparación de dos platos “bandera” en nuestra cocina, el lomo saltado y la causa limeña. Fuera de la elaboración de platos, que estuvo brillante, se vivió un ambiente de confraternidad, donde las cocineras disfrutaron de buenas recetas, técnicas novedosas y de un trato amable, en un espacio amplio y con todas las comodidades. Algunos de los alumnos del IPG también participaron del evento, y no dudaron en dar una mano en la preparación de los alimentos.

Realizar un taller cuyo objetivo sea enseñarles a las cocineras a preparar platos es en vano. Suena a falta de respeto además. Está claro que el objetivo del certificado de “Maestras artesanales de cocina” es devolverles el crédito que estas señoras merecen por haber enriquecido nuestra cocina, y al mismo tiempo, nuestra vida. Por ello el lema: “Queremos aprender de ti”. Fue un buen inicio. Las sonrisas sinceras de nuestras maestras al final de la jornada, así lo indicaron.

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